Igual que las respuestas que busca,
Glauca es ambigua.
Nace del fondo y en el fondo.

Glauca dice :¿Por Qué?

Ad Hoc

miércoles, 17 de febrero de 2010

Relato nº 1: Otro San Valentín


“He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así.”

(Roberto Bolaño).




Madrid me tuvo que conquistar mucho antes de que fuera un campo de batalla salpicado por trincheras vacías y zapas interminables. Me atrapó en el tiempo que aún no había visto un elefante ni una jirafa y el zoológico me pareció un pedazo de Kenia en mitad de la capital del imperio; en el tiempo que me acechaban vampiros en cada rincón oscuro del pasillo y encontré a Drácula de cera junto a la Castellana; en el tiempo que coleccionaba cromos de Butragueño y en el Bernabéu alcancé a ver la luz blanca que me tiró del caballo de la indecisión y me convirtió en fiel creyente de la fe merengue. Incluso, cuando, pasados los años y perdidas ya muchas ilusiones, el autocar que llegaba a América, me paró en la esquina donde creí recuperar un tiempo perdido que ya no me pertenecía. Y que nunca volvió a pertenecerme.

Quizá no deba achacarle tosa la responsabilidad de mi desamor a la ciudad. Quizá yo, como ella, tampoco soy ya el mismo; también tengo agujereado el centro neurálgico de mi alma; también vallan mi corazón señales de peligro, lo socavan pozos profundos, heridas que ya no sangran pero que marcan los vados, los pasos a nivel que sortean sus cicatrices, sus ñapas y costras.
Cuando me dijo que ya no había lugar para la poesía tenía que referirse a algo parecido a esto. A este vacío físico, no existencial. Siempre ocupamos un lugar en el espacio aunque no sea ni el sitio ni en el momento que queremos habitar. Los vacíos siempre responden a la falta de algo, de alguien, de otro cuerpo, de otras manos, de otra voz. El silencio es el vacío extremo. La nada que te envuelve al llegar a casa deshabitada excepto por el propio aliento, el olor conocido. El silencio ocupa su propio espacio y el mío lo monopoliza.

El espejo es otra máxima expresión del vacío físico. Un cristal que sólo se dedica a reflejar constantemente el mismo rostro, los mismos rasgos, no contiene más que la nada propia del que a nadie tiene más que a sí mismo. Los pasillos que se estremecen por la ausencia; los colchones estrenados únicamente por uno de sus lados. La cubertería sin estrenar excepto por una cuchara de café, un tenedor y un cuchillo para la carne que andaba por allí, que tampoco será más la carne en la que te quisieras mullir.

Vacío. Soledad. Cuatro millones de personas a mi alrededor, ocho millones de ojos que te miran sin encontrarte y dos pupilas que sólo tienen ojos para un hombre que ya nunca seré yo.

5 comentarios:

  1. Soledad, añoranza, vacío. Creo que entre tú y yo podríamos escribir un libro. Llegar a casa y escuchar mi propio silencio..... tengo un máster, te lo aseguro. Intento consolarme pensando en todos aquellos que llegan a casa, escuchan voces de todos los colores y volúmenes y sin embargo, en su alma, están aún más solos que yo. Porque te lo aseguro, sentirse solo estando acompañado, es la peor de las soledades.

    Me gusta tu relato, espero encontrarme más y seguir con la duda de si es tuyo o si los has copieteado de un libro.

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  2. Poca confianza tienen algunas ¡¡

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  3. Me alegra ver, que le sacas partido a lo que sabes y conoces de verdad. Siempre he pensado que tenias un don para entender y conocer por dentro. Queremos más¡¡¡

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  4. Tia, a ver si te dejas de penas y te sueltas la melena y nos escribes algo erotico o de misterio¡

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  5. Interesante. ¿Así que estos son tus cuentos? Bueno pues espero ver alguno más por aqui.
    Un beso guapa

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