Igual que las respuestas que busca,
Glauca es ambigua.
Nace del fondo y en el fondo.

Glauca dice :¿Por Qué?

Ad Hoc

miércoles, 29 de septiembre de 2010

"De lo Mejor y lo Peor " 5

PRIMERA PARTE

Capitulo 5; Héctor

Llevaba cerca de una hora delante del repleto armario pensando en todas las posibles combinaciones pero ninguna la satisfacía lo suficiente. Esta noche se trataba de asistir al cumpleaños del primo de Arturo. ¡No era cualquier cosa ¡. Necesitaba un modelito que no fuese provocativo, que no resultase anticuado, que se adaptase al grupo tan supuestamente selecto que asistiría al super cumpleaños. Esto ahora era algo complicado pues en los últimos tiempos se había dedicado a adquirir prendas muy deportivas y las que solía usar mas adecuadas a eventos sociales un tanto refinados, andaban ya en desuso.
Tampoco ayudaban las dudas y los nervios que la invadían.

Elvira, había accedido a ir a la cita después de unas cuantas insistentes llamadas de sus amigas alentándola a asistir, y porque Héctor se lo había rogado mil veces convenciéndola con la promesa de que no la atosigaría con sus antiguas peticiones. Además, y sobre todo, también sabia que Arturo no asistiría puesto que desde hacia 6 meses andaba perdido por Nueva York donde había ido a buscar trabajo de no se sabe muy bien qué después que ellos dos rompiesen hacia mas o menos un año.

A Héctor hacia mucho más tiempo que no lo veía. Se conocieron hacia cinco años, poco después de conocer a Arturo. Desde el principio estuvo claro que Héctor quedó prendado de Elvira nada mas verla, pero no hubo insinuaciones de ningún tipo puesto que quedaba patente que era por su primo Arturo por quien ella sentía pasión. Solo en una ocasión durante los 3 apasionados años que Arturo y Elvira estuvieron juntos, tras una dura y de contenido desconocida discusión, Elvira, confiada acudió a Héctor por consejo y consuelo. Este aprovechó la ocasión para informarla eso si, muy educadamente, de que si alguna vez, necesitaba de algo mas que un amigo, el aspiraba a ser el primero en su lista.
Elvira se sintió halagada por la corrección de formas de Héctor, aunque no por ello dejó de sorprenderse desagradablemente por la inoportuna e inadecuada sugerencia.

Durante todos los años que Elvira conocía a Héctor, este había dirigido su vida con absoluta firmeza y claridad e ideas. Héctor con 28 años era uno de los mejores científicos de su promoción. Ascendía en la empresa en la que trabajaba con rapidez y, cada vez más, sus conferencias sobre los estudios que realizaba de forma concienzuda y apasionada, eran más valoradas y respetadas por sus colegas. A casi todo el mundo le parecía un chico muy divertido con multitud de aficiones y una basta cultura que se obligaba a completar constantemente leyendo, viajando, estudiando... Disciplinadamente practicaba por lo menos, que Elvira conociese, tres deportes a la perfección. Uno de ellos le llamaba especialmente la atención a Elvira no sólo por lo inusual si no por la belleza estética que contenía. Había sido invitada en alguna ocasión a una muestra de esgrima y la elegancia que emanaba aquella disciplina, la atraía enormemente. Héctor estaba magnifico y resultaba mágico con el florín en la mano.

Sorprendía bastante diferencia entre los dos primos. ¡Tan diferentes¡
Los padres de Arturo y Héctor no se llevaban muy bien desde hacía años y Elvira desconocía exactamente la causa. Tampoco le interesaba en exceso y por ello nunca había insistido en recibir alguna explicación a la que por otra parte, se mostraban ambos primos bastante reacios en dar.

Eran las 9 de la noche y la cena estaba prevista para las 10. Aún tenía que arreglarse y llegar. Se trataba de uno de esos sitios que tanto gustaba la gente decir que visitaban pero de los que Elvira estaba algo cansada. Se estaba bien y se comía mejor, pero para una reunión de amigos, a ella se le antojaba demasiado frío y protocolario. Hubiese preferido algo mas informal, pero claro está, el cumpleaños no era suyo.

Finalmente y apremiada por el reloj, se decidió por un vestido negro hasta la rodilla, de hilo y con encajes en negro también, en escote y bajos. Estaba juvenil y elegante al mismo tiempo. Y por supuesto nada provocativa. Terminó de completar la vestimenta con unos tacones negros de charol, eye liner el los parpados, labios aterciopelados rojo escarlata y un toque de Diorissimo en la nuca.
Cogió un taxi. Aunque encontraron bastante trafico, el taxista fue lo suficientemente hábil para no hacerla llegar tarde, y lo mejo; no le obligó a mantener ningún tipo de aburrida conversación.

Algo después cerca de la piscina donde se celebraba un cumpleaños, un soplo de aire ardiente rodeó la cintura de Héctor entretenido en ese momento en presentar a dos amigos. Por un breve instante se sintió ligeramente mareado. Notó como incomprensiblemente se le erizaba el bello de todo apolíneo cuerpo y, sus sentidos se despertaban poniéndole en alerta ante algo que no tuvo tiempo de identificar cuando el aroma de Elvira le invadió dejándole casi sin respiración.
Ella estaba entrando por la arqueada puerta de madera de la finca flanqueada por dos jazmines que envolvían la noche de sedosa sensualidad.
Sin que nadie le avisase, Héctor se giró hacia la entrada y exhaló el poco aire que le quedaba aún en los pulmones quedando vitrificado por unos leves segundos, al verla recogerse el borde del vestido para no tropezar en las escaleras, con esa gracia que sólo había visto en ella. Sus ojos serpentearon por los acharolados tobillos de Elvira subiendo hacia las rodillas donde se perdía desgraciadamente la blanca visión.
Ella, aún con la mirada en las escaleras se alarmó como se alarma una presa que sabe del leopardo que la huele. Alzó su cuello de gacela y sin buscarlo, al recoger los parpados, sus pupilas se tropezaron ahora sí, no con los escalones que torturaban sus más que tensos nervios, sino con el negro profundo de los ojos de Héctor que, con una media sonrisa ladeada la devoraba con la vista.
Elvira cruzaba la puerta del sitio, y Héctor sintió un pellizco en el estomago que ya conocía y que no había sido invitado. El pulso se le aceleró y se distrajo de la conversación que intentaba mantener. Pero eso no fue nada comparado con el desorden físico y mental que se produjo en él al recibir como un mazazo la cálida sonrisa que acompañó a la felicitación de Elvira
- Felicidades Héctor - saludó Elvira aparentemente segura y acercándosele ligeramente a darle dos castos besos en las mejillas.
- Gracias. Esta preciosa. –acertó a pronunciar Héctor - Me alegro que hayas decidido finalmente asistir. Me alegro sinceramente Elvira. ¿Cómo estas?
- Muy bien. –sonrió ella - A ti te sientan divinamente los años, Pareces como siempre mayor. Casi diría que… tienes más de 30 -comentó jocosamente ella - Y ese traje es realmente espectacular. Te felicito.
- Gracias. –replicó algo azorado- Ven, te presentaré a unos amigos. ¿Has podido ver ya si han llegado tus amigas?
- No, no lo he comprobado aun, Héctor. Acabo de llegar. Pero si que he podido comprobar que tal y como imaginaba, esta todo precioso. ¡Ah! Disculpa,.. que despistada estoy… tu regalo. Espero te guste .Ya sabes que es muy difícil comprarte algo que no tengas.
- Elvira… - replicó Héctor verdaderamente emocionado - con tu presencia es más que suficiente. Lo sabes. – le dijo mirándola fijamente a los ojos sin ningún afán conquistador, tan sólo admirado -
- ¡Oh!.. Mst. Buble… muy acertado. – dijo Héctor al descubrir el regalo - Creo que a mis anestesiados pacientes les va a encantar. Muchas gracias. No sabia que conocías mi gusto por este tipo de música. Veo que eres observadora.
- Bueno, pedí consejo- dijo Elvira mintiendo- y si, pensé que como te gusta poner música mientras haces esas asquerosas disecciones…
Una voz honda y de acento extranjero interrumpió el dialogo.

- ¡Héctor¡- saludó un joven de larga melena rubia -… Felicidades doctor, ¿como estamos?..umm y… ¿quien es tu preciosa acompañante? –preguntó mirando descaradamente la cintura de Elvira
- Se llama Elvira. –respondió Héctor algo incomodo por la mirada y la presencia de su invitado - Es una vieja conocida, y amiga de mi primo Arturo. ¿Conoces a Arturo, verdad? – contesto Héctor a sabiendas de que su primo imponía algo así como un cierto respeto y desagrado al mismo tiempo entre sus conocidos y amigos-
- Encantada,- saludó cortésmente Elvira sin quitar ojo a Héctor que resultaba estar mejor que nunca. Había engordado o ensanchado, no sabría decirlo, y con la piel morena y los rizos del pelo algo más largos resultaba realmente arrebatador pareciendo un galán de Holiwood…
- Si me disculpáis creo que he visto a Sacha y voy saludarla. – dijo de repente Elvira -Nos vemos mas adelante, ¿verdad?. - Preguntó a ambos, y se despidió con un sencillo gesto de cabeza sin esperar respuesta-

Héctor y su acompañante quedaron con la mirada enganchada de las caderas de Elvira durante unos breves segundos y, a continuación, recobrando la compostura, conversaron un rato sobre temas variados. Aunque Héctor hablaba y hablaba, entrenado como estaba para ello desde su niñez, no sabia bien lo que decía ni de que podían estar tratando, teniendo la mente como la tenía en lo hermosa que estaba la mujer de su vida, en el timbre de su voz, que le hacia cosquillas en la nuca, engrosado y dulcificado con el tiempo, en sus formas al andar de yegua árabe, en la elegancia innata al tender su delicadísima mano de porcelana. No había podido apartarla de su corazón en cinco años. Cuando Elvira irrumpía en su vida era como si llegase un elefante a una cacharrería. Todo lo ponía del revés. Y, ahora después de verla de nuevo, sabía que incumpliría la promesa que le hizo para convencerla de que viniese a su cumpleaños.

Eran las 4 de la madrugada cuando Elvira acompañada de su hermosa amiga Yaiza, decidió que había sido suficiente. Y, aunque la fiesta no había decaído ni un ápice, ellas estaban algo cansadas y se disponían a marcharse a casa, no si antes realizar la acostumbrada rueda de despedidas dejando para el final al anfitrión. Así, mientras Yaiza anotaba el teléfono de una chica con la que había estado coqueteando toda la noche, Elvira se dirigió hacia Héctor. Este volviendo a presentir su cercanía, se giró justo en el momento en que ella le iba a dirigir la palabra.

- Bien, nosotras nos marchamos. Muchísimas gracias por todo. Una fiesta espectacular. De las mejores que recuerdo, en serio. –dijo Elvira pasándole una mano suavemente por el brazo a Héctor en señal de afecto -
- ¿Ya te vas? ¡No!.. es pronto aun.- respondió Héctor desagradablemente sorprendido por la marcha de Elvira sin que hubiesen tenido ocasión de hablar a solas ni un momento - No se marchado nadie. ¿Vais a ser las primeras? –lloriqueó intentando convencerla para que se quedase un rato más -
- Si, como te digo, estoy un poco cansada y mañana si nada lo impide salgo para Florencia.
- ¿Y eso? No me habías comentado nada antes… - dijo él visiblemente trastornado por la noticia-
- Bueno, no hemos tenido ocasión, francamente.- sonrió bajando los ojos tenuemente ruborizada Elvira - Pero sí, marcho con una beca. Se trata de visitar ciertos centros para estudiar e intercambiar documentación con unos compañeros y profesores de allí que estudian también el mismo tema que el mío. Promete ser interesante, pero solo estaré dos semanas. Es una estancia muy corta.
- Parece interesante. Espero que sea además provechoso. – replicó serio Héctor –
Elvira.- dijo, haciendo una pausa para reunir fuerzas y, mirándola a los ojos ahora color miel - No me has contado nada de ti. ¿Cómo te va? En serio… me gustaría volver a vernos y charlar como viejos amigos que somos, ¿No crees que seria buena idea?
- Héctor, - dijo algo intimidada pues no se esperaba esta embestida tan directa - no se… la verdad es que estoy muy ocupada con los estudios...y bueno, tampoco creo que sea buena idea. –esgrimió como pudo balbuceando apenas las palabras -
- Si que lo es Elvira. Lo es. –El tono de su voz se había vuelto firme y seguro. - ¡Por lo que mas quieras Elvira¡ No seamos crios. ¿Qué pasa? Estas sola. Hace meses que no estas con el indeseable de mi primo. ¿Qué hay de malo en que salgamos?
- Pues…- intentó defenderse ella sin éxito -
- ¡Nada¡ ¿Ves? Elvira, déjame intentarlo. –aquello no sonaba a petición sino mas bien a orden. Dulce, pero orden -Te prometo que no te dañaré. Dame una oportunidad. Esta es la nuestra. No pierdes nada. En cuanto tú digas que no funciona, me iré sin rechistar. Tienes mi palabra. Pero intentémoslo. Se que lo has pensado. Si no, no hubieses venido.
- Héctor… yo… no estoy segura. Hace muy poco… y no quiero …
- ¡Nada¡ ¡Hace muy poco de nada¡ - levantó la voz Héctor mientras se alejaba discretamente del grupo - Eso no iba ninguna parte. ¡Lo sabia todo el mundo menos tu, Elvira¡- calmó ahora el tono - He esperado cinco años en la sombra amándote. No me impidas que lo diga ahora. – le dijo poniéndole un dedo en los labios y silenciando su replica - No puedo más. Te lo había prometido, pero verte…es superior a mis fuerzas. Quemas mis defensas, acabas con la poca resistencia que me queda después de verte aparecer como una estrella por esa puerta. Sabes que te daré lo que me pidas. Conmigo lo tendrás todo, Elvira. Todo mi amor, todo mi respeto, toda la vida que te mereces. Elvira, dime que tengo que hacer y lo haré. ¡Lo sabes¡ ¡ Matare si hace falta¡ Pero te quiero a mi lado¡ ¡Ahora, Elvira¡

Detrás de un jazmín, una chica de pelo corto, morena de piel y delgada como una espiga, observaba la escena desde hacia unos minutos, interpretando correctamente lo que aquellos dos se decían. Guardó el bolígrafo y el papel con el teléfono de aquella pesadísima rubia y se concentró en intentar oír algo. Su gesto, serio, dolido y comprimido no dejaba lugar a dudas sobre la batalla de sentimientos encontrados que se libraba en su interior. Instantáneamente, al ver que Elvira se giraba despidiéndose finalmente de homenajeado, sonrió como si nada pasase, se recompuso y salió de detrás del jazmín esperando que Elvira se acercase para salir juntas de la fiesta.

- Disculpa Yaiza, me he entretenido demasiado. –se disculpó Elvira algo turbada - Nos marchamos ya. ¿Tú has terminado?
- Si, claro, pero no te disculpes. Es normal. ¿Vamos? Te llevo yo, no pidas taxi. – respondió Yaiza observando la turbación de ella y jurándose en su interior que la próxima vez que viese esa expresión el rostro de Elvira sería por ella -
- ¡Ah¡ Pues mucho mejor. Estoy algo mareada. – respondió ella sin percatarse de nada de lo que ocurría en el tumultuoso interior de su amiga -

Esa noche, Elvira con el móvil en la mano, desmaquillada ya y sentada en la cama, escribió 7 mensajes que borró uno tras otro. Finalmente, ya casi de madrugada, se incorporó nuevamente en la cama, cogió el teléfono y pulsó “enviar”.
Y cerró lo ojos con fuerza encomendándose a cualquier santo que quisiera ayudarla.

El mensaje enviado decía:


A las 12:00 en el aeropuerto.
Enviar a: Héctor.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

"De lo Mejor y lo Peor " 4

PRIMERA PARTE
Capitulo 4. Ana

Querida Elvira:

Desde que te conozco mi única y ultima meta es permanecer a tu lado el mayor tiempo posible.
Así de sencillo.
Saber de ti, aunque sea un poquito, hacerte cada paso mas suave, calmar tus antiguas penas, poner vaselina en tus heridas…obedecerte si te place…
Necesito que me uses si es tu deseo, para sonreir o para llorar.
Tu risa, desde que la conozco , es el mejor y mayor premio al que puedo aspirar. Eres el descubrimiento sublime de mi vida. Desde que entraste por aquella puerta iluminando la mediocridad que me rodeaba, no puedo concebir mis días sin tu luz.
Dime que quieres que haga para ganarme de una vez por todas tu corazón. Sé, siempre he sabido que eres más libre que el aire, pero .. es que te escapas tanto...tantas veces...¿Será porque no te doy lo que buscas, no tienes suficiente, añoras algo Elvira? Dimelo mi amor. Dime qué ejército contrato, qué armas compro, a quien recurro, que necesitas que organice para poder enfrentarnos a todo lo que temes. Ordena, que yo ejecúto.
Te reitero una vez mas, jamás la ultima, mi plena disponibidad. Por si no lo sabes. Por si lo has olvidado. No dudes nunca, ni en pesadillas o sueños, de mi entrega, de mi obediencia producto de mi amor, pues lo único que existe en mi vida, la prioridad absoluta de mi existencia, todas las fuerzas que tengo, las pongo a tu disposición para cuando quieras, puedas, necesites o desees utilizarlas.

Ay, Elvira....Si no me amaras pero consintieses que permaneciera cerca tuya, accedería feliz. Muy feliz.Lo sabes.

Sé que lo que te pido no es fácil para ti. Conozco tus dificultades, las trabas con las que te puedes encontrar, pero quizás puedas considerar que con ayuda todo es mas llevadero y fácil. Tienes la mía presta en cuanto me mires y me digas ven.
Elvira, recuerda lo que me dices, recuerdalo: Todo es posible.
Cariño, tienes 24 años. El mundo no se acaba aquí.

Elvira de mi corazón, de mi estomago, de mi alma, de mis huesos… dos semanas llevo sin verte, y lejos de acostumbrarme a tu ausencia como fatalmente me vaticinaste, noto cada día, al salir a la calle, que algo de mi cuerpo se suelta, cae rodando, dando tumbos y se aleja de mí para no volver. Al regresar a casa, siempre llego con un trozo de mi misma de menos. Y duele. Escuece. tardo en habituarme a su falta. Si no vuelves pronto, dudo que encuentres de mí algo más que los huesos.

Elvira, no me gusta hacerme ilusiones vanas, pero juraría que tú también sientes algo por mi. Nadie puede fingir la pasión que hemos vivido estos dos meses.
Me da igual seguir escondida dos lustros mas, o tres, siempre que sea a tu lado. Te insisto en que si a tí te hace feliz pasear a la luz de la luna o del sol, si eso es lo que necesitas para no marcharte otra vez,para no arrojarte como muerta, con los ojos cerrados y la cabeza vuelta para no ver, a sus brazos, yo te ayudo a afrontar las insidiosas y sobre todo envidiosas lenguas que tanto te afligen. Aquí me tienes para matar si hace falta, Elvira. Si tú me lo pides, amor mío, te traigo Marte en un frasco, me corto un brazo o mato con mis manos. Si tú me lo pides, Elvira.

Te lo ruego, te lo suplico ; ten compasión de mi corazón que aun tienes en tu poder y respóndeme. Cuéntame si tienes frío o calor, qué comes, qué haces en ese pueblo al que has huido. Dime si bailas, si duermes, si ves la televisión o lees algún libro de esos gordísimos que tanto te gustan. Escríbeme con lo que sea, pero escríbeme y calma la taquicardia que me consume.

Tienes que saber no obstante que si no puedes decidir aún, esperaré. Si tú me lo pides, esperaré, pero no te alejes de mí de este modo tan cobarde y tan impropio de ti. Mi guerrera, mi Diana, mi diosa, no te alejes de mi, vuelve aquí, devuélveme la vida, mírame con tus ojos verdes y déjame pasear por el bosque que contienen.

Para que veas lo sencillo que resulta escribir, aquí te envío un ejemplo;
Por estas tierras (grises desde que te fuiste) las cosas siguen igual. Mucho calor, ya lo sabes. ¡¡Sevilla… que vamos a esperar¡¡
No, no he visto a nadie. Debe ser que todo el mundo ha decidido irse de vacaciones y dejarme morir absolutamente sola. Carla ha decidido que después de verano, buscara un piso para ella y su novio, si, si, ese que nunca hemos visto. Así que tenemos el mío completamente vacio para nosotras. En parte me alegro. Ya sabes que esa chica no me agradaba demasiado. Extraña criatura. ¡Ni ella sabe lo que es¡
Este fin de semana, como ya te comenté, estuvo en Sevilla Luis. No lo ví, pero me lo dijeron. Sigue en la misma empresa. No sé porque quieres saber estas cosas, pero como te dije, si me lo pides, te informo. Aunque me mate nombrarle. Cariño… dime, que ocurre con este chaval, que te pasa con él, ¿Acaso lo quieres? Dime quien es o quien ha sido. ¡ Ah! Y vino solo.

En fin, no te canso más…
Estoy aquí, como quieras, cuando quieras. ¡Podemos con todo!. No nos importa el mundo. El mundo acabará adaptándose a nosotras. Lo sé. No le queda mas remedio. Y mientras se adapta o no, dejaremos que la luna, broncee de blanco tu piel como todas las noches, mientras me pellizco sin creer que la diosa Diana acceda a pasar sus noches conmigo.
Cariño déjame seguir la estela de tu pelo una vez más…

Escríbeme, Elvira… por favor.

Tuya hasta el fondo de mi ser que ya es el tuyo también,

Ana

jueves, 16 de septiembre de 2010

"De lo Mejor y lo Peor 3"

PRIMERA PARTE

Capitulo 3. Elvira.

En la calleja próxima comienzan a encenderse las viejas farolas. Sentada en un tronco seco, rodeada por frondosos olmos, adonde no llega la luz de las farolas, un grillo comienza su serenata intensa y constante.
Aparte de eso, silencio, tristeza, Cielo de frio azul.
A lo lejos, el carillón de una torre hace; tin-tan, como un arpegio de guitarra perdido en el cielo gris. Una lágrima se desliza lentamente por su mejilla. Su hermoso rostro no refleja aún en nada el intensísimo dolor que siente la devora despacio.
Por dentro y por fuera. Le duele dentro y fuera de su cuerpo, de su alma, de su corazón y de su cabeza. Es puro dolor. La punta de los dedos la siente como quemadas, la respiración una condena, el aire que entra, peina con púas de acero sus pulmones, la brisa fresca que tan dulcemente roza su blanca piel, arena hirviendo.

En un gesto instintivo, se abraza a si misma, aprieta su delgada mano sobre su brazo, agacha la cabeza, y cierra sus ojos apretándolos en un gesto desesperado de resignación y sufrimiento.

Imaginó que seria así, pero ¡por Dios!, si es que… apenas puede soportarlo.
Su ausencia es igual que si le hubiesen arrancado su brazo derecho, y prensado su corazón. Se siente indefensa, pequeña, muerta.
La sangre estancada, no circula, y se pudre en sus venas.

No hay solución. Debe ser consecuente con su decisión. No puede permanecer eternamente de adelante atrás, de un lado a otro. Ha decidido. Otra vez.
Pero ésta, se jura, es de una vez por todas.


Con 35 años y la fuerza que le dan los mismos, ha decidido.

Pero…se siente morir.
Quiere morir.

sábado, 11 de septiembre de 2010

"De lo Mejor y lo Peor" 2


PRIMERA PARTE
Capitulo 2 . Arturo.

En el estadio no cabía un alma más. Que fuesen las 4 de la mañana de un jueves cualquiera de verano no afectaba al parecer a ninguno de los oscuros personajes de inmensos tatuajes y botas militares que como posesos por algún espíritu tropical, bailaban al son de aquella música. Los estruendosos acordes de las guitarras eléctricas, las baterías y demás, podían oírse a la distancia y podían, por que no, dejar sordo a más de uno. Sin embargo los asistentes al concierto no apreciaban molestia alguna y muy al contrario elevaban el ruido ambiente con sus gritos, sus acompañamientos musicales y sus torpes karaokes de las letras del grupo heavy que para sorpresa y asombro de la ciudad, había decidido hacer parada en la misma.
Para Arturo era esta una noche más, de un día más, en el que un concierto había sustituido momentáneamente al alcohol, la mariguana y las noches en vela, para enajenar y paliar de algún descerebrado modo aquello que día y noche le quemaba el corazón.
Hacia meses que no veía a sus antiguos amigos. Casi todos habían seguido los mismos derroteros negros y confusos de tribu urbana que enarbola la bandera de la decepción y la exclusión. Esa noche necesitaba salir. Y aceptó la invitación. El calor asfixiante de la casa que compartía con su primo, le había animado a visitar las noches de ese verano de 1992 profundas y vacías sin su compañía. Tenia tan solo 18 años y se sentía como el anciano mas decrepito y afligido que poblase la tierra.
Y todo porque la sola idea de poder encontrársela, hermosa, luminosa, paseando de su mano sus esplendidos 22 años, le provocaba ulceras en la piel.

Después de tres veranos juntos, ella había decidido vivir su estación favorita del año sin él, aun contradiciendo todas las miles de promesas que le había hecho durante decenas de noches. Lo hacía siguiendo no sabia bien Arturo, si con pleno consentimiento y conocimiento los consejos y recomendaciones de un estúpido e hipócrita mundo, que la incitaban a normalizar su conducta, a sentar cabeza, y a no dar mas que hablar. A normalizarse, decían…

Arturo sufría de modo indecible e inconfesable y lo hacia doblemente, porque por un lado su ausencia, la idea de que ahora miraba otros ojos, su soledad, le aguijoneaban lo que le quedaba de alma, y por otro, sabia con certeza plena, que la elección de vida de Elvira no podía acabar bien, porque ese estilo de vida era para ella tan antinatural como obligar a un pez a vivir en el desierto.
Recordaba sin quererlo y en cualquier momento o circunstancia, su tristísima despedida…

- Elvira, amor mío, no lo hagas. Hay otros caminos. Yo te ayudo, mi vida. Cariño, no me dejes. Haría cualquier cosa por ti, lo sabes. Cualquier cosa. Si para ser feliz necesitas que me tire por un barranco, lo haré. Si deseas que mate, lo haré. Si tú me lo pides, lo haré. Pero no sufras. Por favor no sufras así. Elvira, no te vayas con el. No te vayas por esos motivos, de esta manera. Dime que le amas…¡dime que al menos le quieres, joder¡
¡Maldita sea Elvira ¡ ¡Elvira!
- Arturo. Esto es lo mejor. Es lo único que hay. Pero que sepas que guardo tus palabras en mi corazón. Como todas. Como siempre.
Adiós.

Fue entonces cuando a Arturo le pareció que le desmembraban parte a parte, despacio, muy despacio, que la luz que con ella iluminaba hasta sus noches se apagaba y que el aire se llevaba todos los sonidos del mundo. Desde que ella se marchó, desde que se dió la vuelta, Arturo no había podido oír mas que vacío, mas que un frío eco proveniente del pozo negro y viscoso en que se había convertido sus días, y, que le congelaba el estomago

miércoles, 8 de septiembre de 2010

"De lo Mejor y lo Peor"

PRIMERA PARTE

Sabemos muchas veces el comienzo de las cosas, su germinación y su formación. Así como el agricultor en la Tierra deposita la semilla, dejamos nosotros un hecho, a veces insignificante en el seno del Tiempo. Luego este hecho se agranda, se complica y a veces nos sorprende.
Es un huevo de paloma del que ha nacido un dragón.

Los comienzos – Evocaciones.
Arturo y Elvira

Una dulce y juvenil brisa nacida en los bosques de la Alhambra removió la melena de Arturo aquella noche de verano de 1999. Estrenaba con donaire sus 25 años. Era hermoso e inconfundible. Lo sabía. Su inconfundible aroma exento de perfume, llego hasta Elvira, que, sumamente complacida, esbozó una leve sonrisa apenas perceptible y oprimió dulcemente la mano de la que no se soltaba desde hacia horas.
Marcaban en le Lotus de Arturo, las 4 de la madrugada y con los espíritus algo embotados de felicidad habían decidido pasear un rato, hasta que amaneciese, se les cansasen los pies, o se durmiesen en algún portal.
No había prisa. No había ruido. No había angustia ni miedo.
Serenidad. Agua y aire. Cielo y estrellas.

No existía en las calles granadinas más almas que las de ellos dos, ni más sonido que el de sus pasos y el murmullo de algunos duendecillos traviesos que se daban un baño en las acequias del recinto Alambreño.
Venían de pasar la noche en un local especializado en Jazz. Aún les parecía oirlo. Lucia él camisa rosa palo que resaltaba el moreno recién adquirido ese fin de semana en las playas almerienses. Clásicos zapatos ocres de cordones. Elvira se deleitaba en el sonido que hacían al pisar la fina gravilla ligeramente húmeda del piso. Adoraba la forma de andar de Arturo. Firme pero pausada, derecha y musical, imprimía un balanceo sensual a sus caderas y ancha espalda.
Ella estaba espectacular, más si cabe que de constumbre, con su vestido largo, de vuelo inmenso e intensas flores sobre fondo negro. El escote en la espalda, cruzado y profundo, le dejaba al descubierto demasiada piel para la fresca brisa de esas horas y mimosa, requería la cálida mano de Arturo en su espalda.
Su roce le erizaba la piel .Siempre.

Apenas si habían cruzado palabra entre sorbo y sorbo al tequila de él y al ron de ella. No les hacia ninguna falta. Tampoco ahora, en la lenta subida hacia el preciosos mirador lo hacían. Estaban absortos, inmersos en una masa de sentimientos que les colapsaba el alma.
Para ellos sólo tenia valor una cosa; estar juntos y por eso se conformaban con permanecer cerca.

Este era su momento. Nada podría cambiarlo, nada ni nadie podría interferir. Se sentían dueños del mundo y seguros de si mismos y de los sentimientos del otro. Se amaban con intensidad, con dulzura, con respeto. Se admiraban mutuamente y por ello sus miradas parecían a punto de combustión, como si fuesen las ultima que podrían dirigirse.

Nada podía prevenirles ni prepararles después de 6 durísimos años, en los que sus latidos por el otro se pusieron a prueba, acerca de lo que aun les quedaba por vivir.

Hoy no podrían creerlo
Ni él, ni ella, ni….
Pero algo estaba claro en sus mentes y en sus corazones..si antes cualquiera de los dos hubiesen sido capaces de matar por estar cerca del otro, ahora tenían aún más motivos para hacerlo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Saludos

Hola amigos:
Despues de una cortísimas vacaciones que no han sido tal cosa, pero que se dan por validas, me he propuesto incluir una pequeña innovacin en este Blog. ´
Pretendo alternar los artículos o entradas de siempre, aleatorias, vehementes, con los relatos cortos de siempre también, que por el motivo que sea surgen en ese momento, con algo nuevo.
Intentaré ir poco a poco publicando una pequeña novelita. Espero que os guste. Aún está en pañales y se conforma poco a poco Espero que vuestros comentarios sobre estilo, forma y contenido aporten algo que pueda utilizar para mejorarla.
El titulo de la novela se lee al final de la misma.¿ Curioso no? Es como cuando se decide porner el nombre a un niño despues de verle la carita al nacer. algo asi. Pero digamos que podria ser algo asi como: "Los geminis que todos llevamos dentro".
Un saludo y.. ¡¡ vamos allá¡¡